6 dic. 2008

Love at first sight.



Estimado CHRIS,


contigo comprobé que si existe el tan pregonado “love at first sight”. Cuando te vi aparecer en medio de la oscuridad y mis ojos buscaron los tuyos, se me erizó la piel. No se si te diste cuenta de que yo estaba allí tratando de robarte una mirada, y un poco más de tí.
Luego mi insistencia pudo más y mi mirada se hizo cómplice al ver tu sonrisa participando de esa conjunción. Cuando me senté a tu lado, haciendo que pareciera la más forzada casualidad me estaba jugando el todo por el todo, y crucé los dedos para ganar. Y cuando sentí tu brazo rozándome, supe que estaba a punto de ganar. Te miré y tomé tu mano, me miraste y tomaste la mía, yo sonreí: ganaría nuevamente. Y desde ese instante supe que te adoraría sin parar.
Nos miramos, susurré a tu oído, caminé hacia el pasillo. Me seguiste, y presiento que en ese momento alguna estrella fugaz aterrizó sin querer justo antes de abrazarnos.
Nuestros besos sincronizados parecían corroborar lo que te dije: parece que nos hubiéramos conocido – y besado – en otra vida. Te reíste, y me dijiste que tenía razón.
Recuerdo claramente nuestros cuerpos confirmando apasionadamente esa teoría, como una declaración de amor explícito y una explosión de placer entre el cóncavo y convexo.
Se nos pasó la noche adorándonos, tratando de creer lo increíble que era habernos encontrado. Quizá demasiado.
Regresar a la realidad siempre es un poco duro, pero contigo y por ti sería capaz de soportarlo todo. En el taxi de regreso a mi casa tomaste mi mano y yo me aferré a ese momento, aguantándome las ganas de besarte y no dejarte ir.
La despedida fue casi como una promesa de amor eterno. Y es que a veces hay amores eternos que duran solo un fin de semana. Y a pesar de que aún no hemos cerrado esta historia, sigo esperando tenerte conmigo, y estar dentro de ti, y sentir que es cierto, que estoy presionando los botones correctos, baby.
Mr eMe

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