23 jul. 2008

Thinks I never told you, ED

Ed, te conocí de casualidad, casi sin proponérmelo. Recuerdo perfectamente hasta cómo vestíamos esa primera vez que hablamos. Han pasado casi 4 años de idas y vueltas, de caprichos, peleas, remordimientos, reconciliaciones, ausentismos, despedidas. Pero sospecho que este es el final. No el que yo esperaba, pero final al fin y al cabo.

Carta que nunca logré enviarte.

" No puedo dormir. Me acabas de abandonar y tengo ganas de ir tras de ti. Y me las aguanto. Quizá porque en el fondo se que me lo merezco. Por creer que soy mejor que ayer, por creer que sigues siendo el mismo y que nuestro amor es algo mágico a pesar de todo lo que nos ha pasado. Casi sin querer descubro que he cometido un nuevo error… y quiero odiarte con todas mis fuerzas, pero esta pastilla que acabo de tomar va haciendo efecto, y ya no tengo fuerzas para odiarte, ni siquiera para amarte. Y todo sería tan fácil si así pasara todos los días: tomar una pastilla para adormilar mi decepción.

Despierto al día siguiente y me conecto al msn, a ver si me hablas. Mi orgullo me obliga a no hablarte, y al parecer tu orgullo dicta las mismas órdenes que el mío. No se en qué momento cambiamos los roles… cuándo fue que te hiciste más orgulloso que yo, y en que momento me volví tan vulnerable como tú. O es que siempre fue así, y hoy todo parece un eterno descubrir.

Han pasado muchas horas, días y no sé nada de ti. Desquiciadamente he tratado de no recordarte. Muchas veces lo he conseguido, quizá con mayor o menor esfuerzo. Se supone que debería tener una receta, o alguna fórmula que resulte en cada uno de nuestros tropiezos. Pero quizá la dosis tenga que ser mayor cada vez. Porque a pesar de que siempre logro recuperarme, termino cayendo en el mismo círculo vicioso de amarte hasta las lágrimas, y saber que a ti te pasa lo mismo para sentir que a pesar de todo mi único remedio son tus abrazos.

Definitivamente he decidido dar vuelta a la página. Eso quiero creer. Prefiero eso a terminar destruyendo todo lo bueno que despiertas en mí. Quiero creer que a pesar de todo, ha valido la pena. Y al final de todo no disfrazar una falsa sonrisa para quedar perfectos en la fotografía de nuestros recuerdos.

Sin querer me he desvelado tratando de escribir algo que te conmueva, para que sepas que aún y con todo tendría los brazos abiertos esperándote. Pero cada minuto que ha pasado me he ido cansando. Cada vez ha sido peor. Lamento ser como soy, aquí y ahora; y no ser perfecto para ti. Lamento más que seas tan diferente a mí, y podría decir un poco distante de cómo yo idealizaría la perfección. Alguna vez fue precisamente eso lo que me hizo huir de ti. Y mira, ahora todo es al revés, casi como una maldita revancha del destino que me abofetea por ser tan idealista.

Miro hacia atrás y sonrío por cada palabra que te he dicho. Recuerdo mi reflejo en tu mirada, y me regocijo con la nostalgia abrazando un poco de felicidad.
Es demasiado tarde, quizá siempre lo haya sido. Para nosotros, y también ahora. Creo que es tiempo de amanecer. Adiós."
Mr.eMe

15 may. 2008

Ronald in Wonderland - 2da parte

Acabado el larguísimo beso y ya con los ojos abiertos estiré mi mano y le dije: Hola, soy eMe, un gusto. Y sonreí, sin echar mano de alguna frase graciosa que no delate mis nervios. Él guardó silencio, me miró, se rió y apretó mi diplomática mano; todo en el mismo segundo. Y dijo: yo soy Ronald.

Mientras, la música seguía estridente, frenética; casi como si no le importara lo que sucediera en las almas de todos aquellos advenedizos discotequeros.

Sonreí nuevamente, aún recostado contra la pared lateral del baño. Ronald me abrazó tan fuerte que sentí que en cualquier momento nuestros cuerpos se fundirían en uno solo ni bien nos rozara alguna de esas luces de colores, como si de un hechizo se tratara.

Hablamos un par de tarugadas, sacando información básica de cada uno. Creo que más fueron las ganas de no sentirnos demasiado insustanciales por haber ligado con un perfecto desconocido, que el profundo interés en la vida del otro.

Vamos a sentarnos, dijo él. Y yo acepté encantado. Nos fuimos hacia la parte más discreta, por no decir oscura, del antro. Vale decir que a pesar de estar oscuro, había tanta gente que lo de la discreción es solo un eufemismo. Nos sentamos, y sin tiempo para hablar más, nos adentramos en los labios del otro, en un beso que hubiera sonrojado a cualquier actor porno de BelAmi.

Tenía ganas de bailar, quizá por esa mezcla de alcohol y lujuria que recorría mis venas, mis arterias y hasta mis pensamientos. Saqué a bailar a Ronald, pero en la pista de bailes nos lanzaron una cachetada con el cambio de ritmo. Igual Ronald era demasiado malo bailando, que me enternecí al verlo y lo abracé. Nos besamos y dejamos de bailar. Me sentí dentro de una burbuja multicolor en ese instante.

Regresamos a sentarnos, tras nuestro fiasco en la pista de baile. Seguimos hablando y luego yo deslicé la idea de irnos de ese antro, a estar más en "privado". Sí, como no. O sea, la traducción de esa frase es: vamos a follar? Ronald no lo dudó, y aceptó. Sonreí por dentro, mis instintos casi nunca fallan.
Salimos del antro, fuimos a un motel. Entramos a la habitación. Yo, a pesar de todo, estaba un poco nervioso. Ronald, parecía estarlo más. Nos recostamos en la cama, conversamos un rato más, estabamos riéndonos como buenos amigos. Luego Ronald me quedó mirando, me intimidó su mirada penetrante, como si estuviera de tratar de conocer mis entrañas, así que me acerqué a su rostro y lo besé. Él me abrazó. Y luego nada importó, no paramos hasta desfallecer de placer, de entregarnos mutuamente, de comernos las almas, devorándonos con ansias locas de no amanecer nunca.

Pero amaneció, y salimos del motel. Caminamos juntos en medio de la neblina. Lo miré y estuve tentado a besarlo allí en medio de la calle, pero me contuve. Intercambiamos celulares, casi como para corroborar que no todo había sido una vanalidad.

Paré un taxi, y le dí la mano a Ronald, él me dijo: me llamarás mañana? y yo le dije: mañana es hoy. Subí al taxi sin darle chance de responder y con una enorme sonrisa. El taxi avanzó unas cuadras y mi celular sonó. Era un mensaje de Ronald: Esperaré por tí. Hoy, y mañana también.





Mr. eMe













4 dic. 2007

Ronald in Wonderland - 1era parte


Había estado en la casa de Louis, y mis hormonas estaban algo aceleradas luego de un par de cervezas y de certeros comentarios subidos de tono. Lamentablemente con Louis creo que nunca va a pasar nada hasta que no venza mi orgullo para admitir que me muero por ser engullido por la vorágine de su pasión.

Caminé hacia la avenida en pos de un taxi que me rescatara de cualquier atisbo de calentura. Pasaron unos cinco minutos, hasta que llegó uno, me subí y le dije: sr... al "antro"!!!
Mi subconciente le estaba dictando órdenes a mi ser, y él sólo obedecía: tenía que continuarla.

Llegué al antro (léase disco-gay), y solo habían unos cuantos plumíferos pululando en pos de algun quiebre de cadera digno del más cursiliento gay-pride.

Caminé hacia el baño y saludé a un par de advenedizos, como quien no quiere la cosa. Salí del baño y me tropecé con dos ex-conocidos y adopté mi pose in-drugs para ni siquiera reparar en sus resinosas existencias.

Me paré en la baranda para echar un vistazo general a los asistentes. Resultado: ningún amigo, ningún conocido amistoso, nada interesante. Ya me estaba arrepintiendo de haber ido al antro así tan impulsivamente y sin un partner para morir en la pista de baile. De pronto divisé una cuadrilla de teenagers en plan hip-hopers desfilando hacia el baño y mi líbido empezó a funcionar.

Fui al locker, dejé mi chompa y regresé hacia el baño. Había demasiada gente. Me recosté afuera y decidí esperar que salga un poco de gente para poder chequear de cerca a los teenagers. Unos segundos después pasaron desfilando frente a mí. Yo los seguí con la mirada hasta saber dónde estaban ubicados. Regresé la mirada hacia el baño y descubrí que a mi lado había un chico recostado contra la pared.

Lo miré a los ojos. Me hice el loco. Lo volví a mirar a los ojos, y sonreí. Me hice el distraído. Él se acercó y me dijo:
- qué hora es...
- no tengo reloj (enseñando mi mano con la pulsera de cuero que todos creen que pertenece a algún reloj)...
- ah, ya...
- pero deben ser las 3 y algo...
- ah, ok, gracias.
Y sonrió. Les juro sentí una vibración cada vez que él se acercaba a mi oreja para decir ese par de monosílabos que dijo. Así que no iba a ponerme en plan antipático y cortar la conversa, y le dije:
- porqué, ya te tienes que ir?
- no, sólo quería saber...
- ah, ya...
- ...
- con quien has venido???
- solo, y tú?
- yo también, estaba en la casa de un amigo, pero él no quiso salir.
- tu amigo, o tu novio??
- jajajaja, no, amigo.
- ah, ya.

Imagínense esta conversación efectuada con la dificultad de hablar e intentar comerle la oreja a tu interlocutor. Así de horny se puso la cosa, hasta que lo miré a los ojos, y contra la pared de junto al baño terminamos enroscados en un beso que debió durar lo que dura una estridente canción gay.
1
/// TO BE CONTINUED...
1
1

Mr. eMe