4 dic. 2007

Ronald in Wonderland - 1era parte


Había estado en la casa de Louis, y mis hormonas estaban algo aceleradas luego de un par de cervezas y de certeros comentarios subidos de tono. Lamentablemente con Louis creo que nunca va a pasar nada hasta que no venza mi orgullo para admitir que me muero por ser engullido por la vorágine de su pasión.

Caminé hacia la avenida en pos de un taxi que me rescatara de cualquier atisbo de calentura. Pasaron unos cinco minutos, hasta que llegó uno, me subí y le dije: sr... al "antro"!!!
Mi subconciente le estaba dictando órdenes a mi ser, y él sólo obedecía: tenía que continuarla.

Llegué al antro (léase disco-gay), y solo habían unos cuantos plumíferos pululando en pos de algun quiebre de cadera digno del más cursiliento gay-pride.

Caminé hacia el baño y saludé a un par de advenedizos, como quien no quiere la cosa. Salí del baño y me tropecé con dos ex-conocidos y adopté mi pose in-drugs para ni siquiera reparar en sus resinosas existencias.

Me paré en la baranda para echar un vistazo general a los asistentes. Resultado: ningún amigo, ningún conocido amistoso, nada interesante. Ya me estaba arrepintiendo de haber ido al antro así tan impulsivamente y sin un partner para morir en la pista de baile. De pronto divisé una cuadrilla de teenagers en plan hip-hopers desfilando hacia el baño y mi líbido empezó a funcionar.

Fui al locker, dejé mi chompa y regresé hacia el baño. Había demasiada gente. Me recosté afuera y decidí esperar que salga un poco de gente para poder chequear de cerca a los teenagers. Unos segundos después pasaron desfilando frente a mí. Yo los seguí con la mirada hasta saber dónde estaban ubicados. Regresé la mirada hacia el baño y descubrí que a mi lado había un chico recostado contra la pared.

Lo miré a los ojos. Me hice el loco. Lo volví a mirar a los ojos, y sonreí. Me hice el distraído. Él se acercó y me dijo:
- qué hora es...
- no tengo reloj (enseñando mi mano con la pulsera de cuero que todos creen que pertenece a algún reloj)...
- ah, ya...
- pero deben ser las 3 y algo...
- ah, ok, gracias.
Y sonrió. Les juro sentí una vibración cada vez que él se acercaba a mi oreja para decir ese par de monosílabos que dijo. Así que no iba a ponerme en plan antipático y cortar la conversa, y le dije:
- porqué, ya te tienes que ir?
- no, sólo quería saber...
- ah, ya...
- ...
- con quien has venido???
- solo, y tú?
- yo también, estaba en la casa de un amigo, pero él no quiso salir.
- tu amigo, o tu novio??
- jajajaja, no, amigo.
- ah, ya.

Imagínense esta conversación efectuada con la dificultad de hablar e intentar comerle la oreja a tu interlocutor. Así de horny se puso la cosa, hasta que lo miré a los ojos, y contra la pared de junto al baño terminamos enroscados en un beso que debió durar lo que dura una estridente canción gay.
1
/// TO BE CONTINUED...
1
1

Mr. eMe